Acabo de aterrizar de mi último viaje, en el que por fin he podido descubrir una de las ciudades europeas más bonitas y pintorescas: Ámsterdam. Ahora, con conocimiento de causa, puedo afirmar que organizar un viaje a Ámsterdam es una idea fenomenal, especialmente si te gusta moverte en bici, pues cientos de miles de ciclistas se desplazan por allí cada día con una ordenada anarquía realmente digna de ver. La increíble relevancia de la bicicleta como medio de transporte en Ámsterdam era algo que ya conocía, pero lo que me sorprendió fue ver que también es posible pedalear por los canales gracias a las “bicicletas de agua”.
Estos patinetes de cuatro plazas pueden alquilarse en varios puntos de la ciudad y permiten recorrer pedaleando los encantadores canales de Ámsterdam. Estamos ante un producto meramente turístico pero, más allá de la gracia que hace navegar un rato por los canales por tus propios medios (intentando no ser arrollado por las barcazas de pasajeros y por algún que otro bote privado), lo realmente interesante de las canal bikes es que pueden usarse como un verdadero medio de transporte. Existen embarcaderos donde puedes subirte y apearte en el Rijksmuseum, Leidseplein, la casa de Anne Frank y en la intersección del canal de Keizersgracht con la calle Leidsestraat. Eso sí, el pedaleo acuático es cansado y aparatoso, por no decir que el alquiler resulta algo caro en comparación con el precio de una bicicleta “terrestre” clásica.
En bicicleta por Ámsterdam
Aunque alquilar una bicicleta durante el viaje a Ámsterdam (de las de toda la vida) no es obligatorio, sí es muy recomendable y extremadamente divertido. Para mí fue una de las mejores experiencias del viaje y es el medio de transporte más eficiente y rápido en la ciudad, amén de que no resulta tan caro como las canal bikes. Si te apetece, puedes alquilar una auténtica “black-bike” holandesa con freno a contrapedal, aunque en todas las tiendas de alquiler de bicicletas que visité tenían modelos igual de bonitos, pero equipados con las tranquilizadoras levas de freno en el manillar. La más económica que encontré fue una llamada Black-Bikes, donde por 10 euros al día (más un 50% por el alquiler de la cadena de seguridad) puedes hacerte con una elegante bicicleta de paseo y desplazarte entre los principales puntos de interés de la ciudad como un “amsterdammer” más. Por cierto, las bicicletas no son lo único que vale la pena en este increíble rincón de los Países Bajos. Consulta nuestra guía de Ámsterdam si quieres más información sobre otras cosas que puedes ver y hacer allí.