Cada vez que me preparo para un viaje me asalta la misma incertidumbre: ¿lo conseguiré esta vez? ¿Lograré hacer esa foto que siempre se me resiste?
Esa obsesión me persigue desde que vi una una foto similar a esta. Y, tengo que decirlo, es una obsesión que todavía no he logrado apaciguar… Parece simple: un pescador, una red y una cámara de fotos. Pero por ahora no lo he conseguido… Siempre hay algo que falla: a veces no hay pescadores, otras los hay pero no tienen redes, y alguna vez he visto al pescador y su red y yo no llevaba la cámara. Y en las contadas ocasiones en que todos los elementos se conjugaban mágicamente (pescador + red + cámara), no he logrado situarme en el punto donde era necesario estar para lograr la tan ansiada foto: en el agua delante del pescador.
Hoy comparto la foto más cercana que he conseguido hacer de “mi foto”. Hace ya tiempo la titulé “el pescador de cielo“, y no le voy cambiar el nombre a estas alturas. La hice hace unos años en Puerto Jimenez, en uno de mis viajes a Costa Rica. Es cierto que no es “la foto”, pero a cambio, logra un efecto que me encanta: la mezcla entre el agua y el cielo, y el pescador (y su red) mezclado en la pequeña isla de arena.
El próximo viaje lo conseguiré… Aunque sea a costa de mojarme el ombligo, me colocaré delante del pescador, esperaré a que lance su red, y el click de la cámara capturará al cielo y al hombre a través de los agujeros de la red.
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