El despertador suena temprano. Tanto que aún está oscuro y dan ganas de quedarse remoloneando en la cama. Sin embargo, no tardo en ponerme en marcha porque el plan que tengo para hoy me motiva lo suficiente como para vencer a la pereza. El objetivo es subir al volcán Barú, el más alto de Panamá (3.475 msnm) e intentar ver el Océano Pacífico y el Mar Caribe al mismo tiempo.
Hace un poco de frío pero eso es normal cuando se está en Guadalupe una pequeña localidad a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar en el corazón mismo de un país tropical como Panamá. Me visto con ropa cómoda pero abrigada, me calzo las botas y preparo la mochila con la comida y el agua. Cuando bajo a la recepción del hotel el guía y el todoterreno que he contratado el día anterior ya me está esperando. Hablamos poco durante el camino y sospecho que él tiene tanto sueño como yo.
Durante casi una hora traqueteamos por pistas forestales hasta llegar a la base del enorme volcán. En teoría la subida serán unas siete u ocho horas y por lo que todo el mundo me ha comentado son bastante duras.
Nada más empezar nos adentramos en un bosque húmedo y casi impenetrable. Aunque había dudado de la necesidad de contratar guía, me doy cuenta en cinco minutos que sin él estaría completamente perdido. Esto no es como andar en el pirineo, la vegetación es tan espesa que no parece que estemos ascendiendo por una montaña sino cruzando la jungla y hay que abrirse paso a golpe de machete.
Los monos nos acompañan con sus gritos durante un buen rato. También vemos durante el ascenso un par de quetzales. El lugar es hermoso y parece prácticamente virgen salvo por el estrecho sendero que recorremos abriéndonos paso entre la maleza. Sin embargo la subida es dura. La línea que seguimos hacia la cima (cuando entramos en algún claro y la distinguimos) parece bastante recta y las pendientes son exigentes. En muchas ocasiones hay que utilizar manos y pies para continuar.
El calor empieza a hacerse presente y sumado a la enorme humedad hace que el esfuerzo pase factura. Paramos para beber y comer un poco. Mi guía parece acostumbrado a estas circunstancias y está fresco como una lechuga. Incluso se permite el lujo de fumar algún cigarro mientras asciende.
Tras cuatro horas hemos llegado a mitad de camino y superado los 3.000 msnm. Hay algunos tramos difíciles que deben hacerse asiéndose a sirgas fijas que están colocadas para poder subir. Poco a poco entramos en un terreno más despejado y con menos vegetación. Cuando volvemos a parar nos vemos rodeados de preciosos colibríes multicolores que juegan entre los arbustos y que les parece interesar nuestra presencia.
El sol luce en lo alto y si tenemos suerte podremos ver las dos costas desde la cima. Nos ponemos en marcha para la última etapa. En los últimos tramos me falta un poco de aire pero al final, tirando un poco de fuerza de voluntad, llegamos a la cima. Lamentablemente hay bruma en las tierras bajas y aunque las vistas son espectaculares no se ve el mar por ninguno de dos lados como hubiera deseado para redondear la experiencia.
Sorpresa al final del recorrido
Hemos tardado ocho horas y media y aún queda la bajada así que hay que darse prisa para volver. La bajada se me hace bastante dura y las rodillas se resienten bastante. De todas formas avanzamos más rápido que a la subida y creemos que estamos en tiempo y que no nos alcanzará la noche en la selva.
Sin embargo, con lo que no contábamos es que íbamos a tener una invitada de lujo a la excursión que iba a hacer de la experiencia de subir al Volcán Barú algo mucho más excitante. Cuando ya habíamos entrado en la zona boscosa, escuchamos una especie de chillidos entrecortados y agudos que yo no supe identificar pero que el guía me aseguró que provenían, nada más y nada menos, de una pantera hembra que nos estaba advirtiendo que entrabamos en su territorio.
Al principio pensé que estaba exagerando pero lo cierto es que rápidamente desenfundó el machete que a la subida había utilizado para abrirnos paso entre la maleza y me dio un gran palo para que lo blandiese en caso de ataque. Personalmente no creía posible que una pantera atacase a dos hombres adultos pero el parecía muy seguro y desde luego era más conocedor que yo de la fauna local y sus costumbres.
Lo cierto es que los gruñidos se oían cada vez más cercanos y que no nos quedaba más remedio que seguir bajando por la senda hacia el lugar de dónde provenían porque no parecía muy apetecible pasar la noche allí con semejante compañía. Pare terminar de ponerse emocionante la situación empezó a llover abundantemente y la senda se convirtió en un lodazal en el que resbalaba casi a cada paso.
Los minutos se hicieron eternos y avanzábamos muy despacio. La noche nos alcanzó, encendimos los frontales y entonces los vimos. Dos ojos verdes (aparentemente de felino) nos observaban desde un grupo de árboles a no más de veinte metros de dónde nos encontrábamos y a unos diez de la senda por la que teníamos que seguir bajando.
Aunque para ese momento estaba realmente agotado, el “subidón” de adrenalina hizo que ese cansancio desapareciese. Según el guía era una hembra de pantera negra y sí que había riesgo real de ataque. Estuvimos cinco minutos paralizados. El animal no se acercaba pero seguía haciendo unos ruidos como chillidos que me helaban la sangre. Entre susurros decidimos seguir avanzando y tener preparadas las “armas”.
La pantera nos seguía con la mirada pero no se movió. Cuando alcanzamos la altura a la que se encontraba mi corazón estaba a mil por hora pero no quedaba más remedio que avanzar. Por unos minutos perdí los ojos de vista. Intentábamos ir lo más rápido posible pero yo no hacía más que girarme por si nos seguía. Un par de veces resbalé y me puse perdido de barro.
Los chillidos seguían oyéndose y no parecía que estuviesen más lejos. El guía decía que nos estaba siguiendo pero yo no estaba seguro. Continuamos así más de una hora. Cuando ya estábamos saliendo del bosque y un poco más tranquilos la volvimos a ver. Nos seguía a distancia pero allí estaban otra vez esos ojos. Además con la luz de la luna se distinguía también el contorno. Probablemente era el miedo que distorsionaba la realidad pero me parecía enorme. Sin embargo en campo abierto parecía que mi guía estaba más tranquilo y estaba seguro que el peligro de ataque había pasado.
Seguimos andando rápido y al poco rato vimos el todoterreno aparcado dónde lo habíamos dejado. Nos metimos dentro y cerramos las puertas a toda velocidad. Yo incluso me había subido sin soltar el palo. La pantera se despidió de nosotros paseando alrededor del coche y olisqueando(nos). Encendimos las luces, arranco el motor y salimos de allí pitando.
De camino a Guadalupe mi guía me pedía disculpas aunque para mí, una vez pasado el susto, había resultado una experiencia increíble y que recordaría el resto de mi vida.
Una vez en el hotel, tras la ducha y una cena caliente me di cuenta de lo cansado que estaba. Habíamos caminado quince horas y sobre todo la bajada, con la lluvia y la tensión vivida me habían consumido todas las energías. Tuve agujetas durante dos días pero la excursión del volcán y la pantera mereció la pena de sobras.
Te invitamos a descubrir otra aventura extrema en un volcán en Islandia.
Qué pasada! Y vaya paliza de excursión…
menuda aventura y cuanta tension!
no hay nada mas preocupante que que tu guia se preocupe! ( y desde luego menos mal que tenias guia!
Me podrías dar detalles del guía y comentar que te cobró??? De verdad tardastéis 15 horas?? Joder, qué pasada de historia!!
Holo Manolo, el nombre del guía no lo recordamos (hace ya varios años), lo contratamos en Los Quetzales Lodge, en Guadalupe que era dónde dormíamos.
2 preguntas más…recuerdas por cuanto os salió de dinero y si la ascensión fue desde Boquete o desde Volcán?? Nosotros planeamos alojarnos en Cerro Punta y en Boquete días después, y no sabemos si hacerlo desde el primero desde donde pillaría mejor ir a Volcán y ascender desde allí o bajar a Boquete por la Ruta de los Quetzales (la hicistéis??) y desde Boquete hacer lo del volcán…un guía de allí nos ofrece hacerla por la noche, empezando sobre la 1 de la mañana…pero no sé yo…qué te parece todo?? Muchas gracias!!
Alguna ruta más por el PN La Amistad?? GRACIAS!!
Hicimos las dos marchas (al volcán y la ruta de los quetzales) desde Guadalupe. Bueno, la del Volcán nos llevaron en todo terreno hasta la base, pasando primero por volcán. En Boquete no estuvimos y lo descartamos porque nos dijeron (y leímos en la lonely) que era más turístico.
Al PN de la Amistad no nos dio tiempo a ir porque después cruzamos a Costa Rica y queríamos ir al PN Corcovado. Pero por lo que me informé no era fácil preparar una ruta.
Nosotros también iremos a Corcovado unos días, pero eso ya lo tenemos cerrado con un guía del que hablan maravillas (Nito) y será una experiencia acojonante, echaremos 3 días 2 noches alñlí, durmiendo en La Sirena y tratando de ver todos los bichos que podamos y pegándonos buenas rutas…Ok, entonces subistéis por la ruta que comienza cerca de Volcán…nosotros haremos lo mismo, nos han dicho que es mejor, más bonita que desde Boquete…y para Los Quetzales bajastéis de Cerro Punta a Boquete y luego os volvieron a transportar a Guadalupe, no?? Fuistéis a Isla Coiba, Barro Colorado, o el Darién?? No tendrás un blog completo de tu viaje publicado en algún lao, verdad…yo mas o menos tengo perfilado el viaje, serán 25 días, 21 en Panamá y 4 en Costa Rica para la visita a Corocvado, me queda descartar el Darién definitivamente,que es lo que creo que haremos, y dejarlo para otra ocasión…GRACIAS DE NUEVO!!!
Vaya excursiòn al volcàn Barù…bueno, a pesar del encuentro con la pantera “cena hombres”, la experiencia nunca se le olvidarà, y es que esas experiencias, aunque aterradoras tienen un grado de excitaciòn con la adrenalina, eso sòlo lo puedes experimentar en Panamà amigo, gracias a Dios que no te pasò nada, Dios te cuida, y es que la naturaleza la tienes enfrente en mi paìs, no necesitas irte para otro lado, tienes que recorrer el paìs màs,,èsto, Panampa, es el verdadero “pura vida” con mis disculpas a los ticos.
Gracias por los consejos Alberto