Siempre que hablamos de los viajes a Islandia nos referimos a un destino con paisajes que parecen sacados de una novela de ciencia-ficción o de las cámaras de una sonda espacial. La fuerza de la tierra nos regala campos de lava kilométricos, glaciares, geisers, fiordos, fumarolas y pozas de agua hirviendo.
Con este panorama, Islandia es un paraíso para los amantes de las actividades relacionadas con la naturaleza, algunas de ellas tan peculiares como el descenso a la cámara magmática del volcán Thrihnukagigur, a tan sólo media hora en coche al sur de Reikiavik.


Normalmente las cámaras magmáticas de los volcanes suelen estar selladas, pero para suerte de los aventureros la del volcán Thrihnukagigur está abierta y el magma parece haberse esfumado. De este modo, los más atrevidos pueden contemplar con sus ojos esta rareza desde 2012.

Volcán Thrihnukagigur, Islandia



La cámara magmática del volcán Thrihnukagigur se puede visitar entre los meses de mayo y septiembre. La empresa que organiza estas insólitas excursiones se llama Inside the Volcano y cuando concluye la temporada de acceso a los turistas desmonta el centro de visitantes, hecho con materiales reciclables, para que nadie se aventure por su cuenta.
El descenso a los infiernos se realiza con un ascensor que en su día se instaló para que los científicos estudiaran esta peculiar belleza geológica. Ahora lo aprovechan los viajeros que van provistos con cascos y arneses para extremar las medidas de seguridad. El descenso tiene una altura de 120 metros en el que los visitantes deben extremar las precauciones para preservar esta joya intacta.

volcán en islandia


Una vez el ascensor llega a la cámara magmática del volcán Thrihnukagigur se pueden observar las extrañas tonalidades que los azufres han ido dibujando en las rocas. Añiles, cobres, amarillos, un juego de colores magnífico y difícil de ver en un entorno donde la mano del hombre apenas ha actuado.
Por si los circuitos a Islandia no tuvieran suficiente atractivo, ahora el viajero puede emular al profesor Otto Lidenbrock y a su sobrino Axel en su viaje al centro de la Tierra. Curiosamente, fue en Islandia – en el volcán Snæfellsjökull- donde Julio Verne situó el punto de entrada al centro de la Tierra, aunque el escritor francés nunca viajó a este destino.
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