Visitar el espectacular Castillo de Olite, un monumento de los que no se ven cada día. Su inmensidad deja boquiabiertos los visitantes que recorren sus pasillos y suben a sus torres. El Palacio Real recuerda más a un cuento de princesas que a un monumento histórico.
Recorrer sus calles y contemplar sus murallas romanas, sus puentes medievales sobre los fosos, la torre de Chapitel, el Palacio Viejo, el Convento de San Francisco de Olite –dice la leyenda que fue fundada por el propio San Francisco de Asís- y la Ermita de Santa Brígida.
En la calle Mayor merece la pena hacer un alto en la Iglesia de San Pedro de estilos románico y barroco.
Visitar Olite en Agosto durante las "fiestas medievales". La ciudad se engalana para la ocasión y todos los habitantes de la ciudad participan activamente del evento. También durante el verano se celebra el Festival de teatro Cásico.
Hacer senderismo o una ruta con bicicleta por sus alrededores. Se recomiendan dos rutas cortas: una que llega hasta la Ermita de Santa Brígida y la otra que llega hasta Beire, ambas de unos seis kilómetros. Otra opción es ir ver pájaros al espacio natural protegido de la laguna de pitillas.
Comer alguno de sus platos más característicos como el Ajoarriero con caracoles, el Cordero con chilindrón, los Pimientos rellenos de bacalao o la Liebre. Y para postres, Buñuelos de caña, Leche frita o rosquillas.
Acercarse hasta Ujué, un pequeño pueblo medieval en el que merece la pena "perder" unas horas.
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