Los impresionantes bosques de Aralar, que se alternan con extensas zonas de pasto donde deambulan las ovejas de la zona (artífices con su leche del sabrosísimo Idiazábal) y los caballos campan a sus anchas.
Los caserones tradicionales de la comarca abundan en la Sierra de Aralar. Algunos ejemplos famosos son el de Astitz o el Baraibar.
Los edificios religiosos de la zona, entre los que destacan las ermitas y santuarios, también son una visita interesante. Especial mención merecen la ermita de Santiago de Itxasperri y el Santuario medieval de San Miguel de Aralar, probablemente el monumento más emblemático de la zona.
Hay algunos antiguos molinos esparcidos por esta bella Sierra, que se pueden alcanzar en alguna de las rutas que recorren su magnífico territorio. Es el caso, por ejemplo, del de Aitzarrateta.
Organizar una ruta por los senderos de la Sierra de Aralar resulta altamente satisfactorio. Existen muchas y muy variadas, adaptadas a varios niveles de dificultad. La que alcanza el Santuario de San Miguel es una de las más famosas.
El Pirineo Navarro está plagado de cuevas y orificios que atraviesan sus entrañas. Los viajeros con corazón de espeleólogo disfrutarán especialmente de la Cueva de Mendukilo, en Astitz.
La zona también cuenta con algunos monumentos megalíticos. La mejor manera de verlos es realizando una ruta conocida como “la ruta de los dólmenes”, que tiene salida en Etxarri-Aranaz. Incluye dos variantes, una corta y una larga, cuyos recorridos pueden consultarse en la oficina de turismo de Lekunberri.
Obligatorio es hacer parada y fonda en los pueblos de Auza y Eltzaburu, probablemente los dos pueblos más bellos de la Sierra de Aralar.
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