Pasear por los barrios tradicionales del Calvario, el Bajondillo y la Carihuela, que (casi milagrosamente) han logrado preservar algo del ambiente marinero de antaño. Durante el viaje, también es interesante visitar la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, la Casa de los Navaja y la Torre de Pimentel, el símbolo por excelencia de la ciudad.
Tomar el sol en algún punto de los siete kilómetros de litoral, donde se encuentran las playas de los Álamos, Playamar, el Bajondillo, la Carihuela, Montemar o el Saltillo, todas ellas playas urbanas a las que se puede acceder desde el Paseo Marítimo.
Degustar el típico pescadito (o “pescaíto”) frito, el plato más emblemático. Lo sirven en la mayoría de los establecimientos, aunque probablemente los mejores restaurantes se encuentren en los barrios de pescadores de la Carihuela y el Bajondillo.
Es un destino con una muy correcta oferta cultural. Aquí, por ejemplo, se editó el primer fanzine de España. Los eventos suelen concentrarse en verano, cuando tienen lugar conciertos, obras de teatro e interpretaciones de piezas de zarzuela u ópera por parte de prestigiosas compañías nacionales e internacionales.
Pasear por las zonas verdes que ofrece la ciudad. Una de las más interesantes que ver en Torremolinos es el Jardín Botánico Molino de Inca. Aquí nacían originariamente los manantiales de la localidad y cuenta con más de 150 palmeros, 300 árboles y 400 arbustos de distintas especies.
El Parque de la Batería se alza sobre unos terrenos que albergaron baterías antiaéreas durante la Guerra Civil Española, con zona de pasadizos y búnkeres incluida.
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