Explorar los rincones del valle supone un placer único, ya que existe una amplia oferta de senderos que atraviesan las joyas naturales de la comarca, como la Selva de Irati.
Precisamente, perderse por los mil y un senderos de la Selva de Irati, un bosque enorme en el que los colores acompañan a cada estación del año formando un paisaje excepcional, es una actividad imprescindible durante la visita al Valle de Salazar.
Otra buena manera de recorrer el valle es hacerlo sobre dos ruedas. Los aficionados a la bicicleta de montaña disponen de diferentes rutas a elegir, que van desde ascender las cumbres del valle hasta internarse en los frondosos bosques. Itinerarios igualmente recomendables son los de Abodi y Ori-Gaztarria.
Para los amantes del frío y la nieve, el Centro de Esquí Nórdico de Abodi es un enclave idóneo en el que practicar esta disciplina durante el invierno.
El completo entorno del Valle de Salazar también permite animarse con alguna de las muchas actividades que la zona ofrece. El piragüismo, el parapente, la escalada, el barranquismo o la espeleología están entre las más comunes.
Las Foces
Cuando el tiempo lo permite, conocer los pueblos desperdigados por el valle, todos encantadores con sus casas de piedra y madera coronadas por tejados de pizarra. Ochagavía es uno de los más típicos y pintorescos de toda la zona.
Las foces, gargantas labradas en la tierra por la erosión fluvial, resultan muy impresionantes. Recomendable es acercarse a la Foz de Aspurz y, si se tiene tiempo, a las foces de Arbayun y Lumbier.
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