Pasear por el centro histórico de la ciudad, con las casas de fachadas blancas que recuerdan aquellos tiempos en que Calella era un pequeño pueblo de pescadores.
Tomar el sol en alguna de las playas y calas. La más grande, famosa y bella es la de Port Bo. Aquí es donde se encuentran la mayoría de cafés y restaurantes. Las playas de Llafranc o Tamariu son otra opción igualmente encantadora.
Asistir al encuentro de habaneras, el evento más importante de este estilo musical puramente marinero y tomarse un Cremat en alguno de los bares junto al mar.
El Camino de ronda que recorre todo el litoral de la Costa brava es especialmente bello aquí. Recorrerlo es un buen modo de descubrir calas escondidas en el rocoso entorno local.
Salir por la noche en Calella también es muy recomendable. Hay multitud de bares y pubs donde disfrutar de la noche. A medio camino de Palafrugell, están las míticas carpas Costa Este si se desea alargar la fiesta nocturna. Eso sí, el ambiente es algo elitista en general.
A pocos kilómetros de distancia hay numerosos pueblos interesantes, como Begur, Pals, Palamós o La Bisbal. En un día y usando el coche se pueden visitar muchos de ellos.
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